Hablamos de la soledad no deseada. En la mayoría de los países avanzados hay una gran cantidad de personas que se sienten solas por diferentes causas, afecta a personas de todas las edades pero, en mayor medida, a adolescentes, jóvenes y a personas de más de 65 años. En España estamos hablando de una de cada siete personas, cifras estas muy altas que suponen un gran problema para la persona que sufre esa soledad y a su vez, para la sociedad, debido al coste millonario que supone en gasto médico, farmacéutico y de productividad.
Esta soledad no deseada provoca en muchas personas algún tipo de trastorno mental que les impide desenvolverse en su vida diaria con normalidad, siendo necesario en algunos casos el apoyo psicológico para poder seguir adelante. Como hemos mencionado antes, estas personas al no encontrarse en plenitud de sus capacidades no son muy productivas, a lo que hay que añadir que representan un coste para la sociedad al consumir más recursos del sistema sanitario. Es por todo ello que nos debemos preparar para buscar solución a este nuevo reto que se nos presenta.
En algunos países ya se han puesto manos a la obra, son pioneros Reino Unido y Japón, con cifras enormes de personas que se sienten solas. En Japón se dio la circunstancia de que algunas personas mayores cometían delitos para ir a la cárcel, lugar en el que consideraban que no les faltaría compañía, comida y un techo en el que refugiarse. En general es un mal de la mayoría de países occidentales, en especial se está haciendo presente en muchos países de Europa y en América del Norte.
Hay muchas causas destacadas en las que nos tenemos que fijar, la más importante es en la desestructuración familiar. Los vínculos familiares no son tan fuertes como eran antes, a ello le sumamos que muchas familias tienen un solo hijo o ninguno, eso hará que cuando sean mayores las posibilidades de que se encuentren solos serán mayores. De unos años a esta parte se ha venido dando prioridad a la comodidad y a la productividad que a tener una familia estable, por ello ahora nos encontramos con este problema.
También hay una gran posibilidad de sentir la soledad y aislamiento si perteneces a grupos de personas con enfermedades crónicas, con discapacidad o por el nivel social.
Los individuos estamos creados para vivir en sociedad, y eso nos va formando como personas, tenemos necesidades afectivas y sentimentales que debemos cubrir para sentirnos bien. El centro base y apoyo del ser humano, dónde empieza su desarrollo es la familia, luego los amigos, después los compañeros de escuela, posteriormente del trabajo, y también la creación de nuestra propia familia, vamos abriendo nuestro abanico de afectos y desafectos, pero también de experiencias a lo largo de nuestra existencia, lo necesitamos, de no tenerlo, tenemos todos los boletos para sentir la soledad.
La conclusión es clara, la familia es el centro, el pilar del desarollo del ser humano a lo largo de su existencia, primero de niño y joven para formarse y aprender como desenvolverse en la vida, y luego de mayor, para sentir que tienes a los tuyos que serán el apoyo y la compañía hasta el fin de tus días.
«Las personas más ricas son la que tienen a quien querer y que les quieran de vuelta».
Otro factor a tener en cuenta es el mundo digital en el que están inmersos sobre todo los jóvenes, a quienes afecta principalmente es te tipo de soledad, generalmente están muy afectados por las relaciones a distancia y faltos de socialización cara a cara.
Por otro lado se nos muestra un mundo donde el placer parace ser el único medio de alcanzar la felicidad, sin darse cuenta que la vida es un poco de todo, que hay que aceptar la vida como va surgiendo, superando obstáculos, disfrutando de los buenos momentos y de los éxitos, afrontando los fracasos y tomándolos como experiencias que nos hacen más fuertes. Esto lleva a las personas jóvenes incluso a pensar en el suicidio ya que algunos no ven, por su forma de vida, que vayan a alcanzar sus espectativas.
Hay que manejar la soledad no solo como un problema social y de salud pública, sino que cada uno, responsablemente, ha de aprovechar sus recursos personales. Para mejorar este problema, todos podemos aportar con pequeñas acciones para mitigar los efectos de esta enfermedad silenciosa, podemos dedicar un poco de nuestro tiempo libre para acompañar a una persona mayor, orientar a un joven o escuchar a un desfavorecido, etc. Para enriquecer nuestro mundo necesitamos tener ilusión, empatía y comprensión, solo así podremos darnos cuenta y cambiar lo que no funciona a nuestro alrededor.