Las conductas autolesivas (ALNS), son el daño autoinfligido en la superficie corporal con el fin de ocasionar placer de forma repetitiva, sin un claro deseo suicida.
Suelen cortarse, morderse, rascarse, quemarse, pegarse contra objetos, arrancarse el pelo, para regular sus emociones y disminuir la ansiedad que sienten, así como aliviar el dolor y la desesperanza que padecen.
La prevalencia es mayor durante la adolescencia (la mayoría mujeres), se da entre los 11 y los 15 años.
El sexo femenino prefiere cortarse, mientras que el sexo masculino usa comportamientos, como pegarse o quemarse.
La prevalencia de las conductas autolesivas en los adolescentes sigue creciendo de manera preocupante, ha aumentado al 17-18%.
Las conductas autolesivas afectan al menos a uno de cada seis adolescentes en el mundo, una cifra que en España se eleva al 25%.
Estas conductas surgen en la inmensa mayoría en la infancia. Supone un problema que se encuentra en un crecimiento constante, representa un reto urgente para los sistemas sanitarios, centros educativos y familias.
Es un problema de salud mental que va en aumento, es fundamental reforzar la educación socioemocional para aprender a identificar y gestionar las emociones.
El papel de la familia es fundamental, saber escuchar a los adolescentes y, acompañarlos en este proceso de recuperación.
Es importante la intervención temprana y sobre todo el apoyo de la comunidad.
Psicopatología
Los adolescentes con ALNS presentan una desregulación emocional, es decir, tienen un escaso control sobre las emociones, que se relaciona con una expresión impulsiva, mostrando las emociones de manera exagerada o de forma fuera de lo esperado socialmente.
No existe una respuesta ajustada a diferentes estímulos, ya sean externos o internos, causantes de emociones como la rabia, la tristeza, la ira o el estrés, entre otros.
Se produce por una mayor intolerancia a la frustración, más dificultades en la autorregulación de los impulsos, presencia de decisiones precipitadas frente a emociones fuertes e impulsividad.
Las autolesiones tienen usualmente como objetivo la disminución temporal de la emoción negativa como son el miedo, la ansiedad, la ira, la tristeza, y la depresión.
Lo utilizan para enmascarar el sufrimiento emocional con el físico; es decir, las autolesiones son estrategias generadas para lograr una falsa regulación emocional.
Factores de riesgo
- Maltrato infantil, abuso sexual, físico y/o psicológico; desórdenes alimenticios, como la anorexia nerviosa y la bulimia; el bullying durante la infancia o la adolescencia temprana; factores estresantes personales como el desempleo, vivir solo y factores estresantes familiares como una enfermedad familiar, separación de los padres y mala relación entre padres e hijos.
- Comportamientos impulsivos dados por un consumo excesivo de alcohol o drogas, conductas sexuales de riesgo y juegos de azar; la influencia de amigos, la difusión por diversos medios de comunicación como Internet, las redes sociales, e incluso juegos propuestos por Internet como desafíos para los adolescentes, que logran captar toda su atención.
- Enfermedades psiquiátricas, como el trastorno depresivo, el trastorno ansioso y el trastorno de pánico, y los rasgos de la personalidad del grupo B como comportamientos dramáticos, impulsivos, inestables o impredecibles.
Relación entre autolesiones y suicidio
Cerca de 800.000 personas al año se suicidan o intentan hacerlo. El suicidio es más prevalente en adolescentes y adultos jóvenes de países con ingresos bajos y medianos. El método más utilizado para consumar el acto suicida es mediante intoxicación. El método más utilizado para ALNS, sin embargo, es el corte. Por ello se le había dado anteriormente el nombre de «síndrome de cutting», aunque se conoce con el nombre de conductas autolesivas.
Los adolescentes con conductas autolesivas no presentan un claro deseo suicida. Pero tienen un mayor riesgo de presentar un intento suicida o suicidio que los adolescentes sin conductas autolesivas.
Diagnóstico
No existe un criterio para el DSM-5, porque consideró que se requieren más estudios para la unificación de criterios diagnósticos.
Existe el diagnóstico clínico, no existen unas pruebas concretas para su detección.
Un examen físico completo, es la principal estrategia para detectar las conductas autolesivas. Las lesiones más frecuentes hay que buscarlas en los sitios más comunes como son los brazos y las piernas y el abdomen.
Tratamiento
Debe ser realizado por especialistas en psiquiatría infantil y del adolescente.
No se recomienda el uso de fármacos.
La efectividad viene de la mano de la terapia-cognitivo-conductual y la terapia fundamentada en la mentalización.
Conclusiones
Las conductas autolesivas han sufrido un aumento asociado a las redes sociales.
Las conductas autolesivas no suelen tener intención suicida como norma general, pero son comportamientos repetitivos con el objetivo de generar placer. El adolescente enmascara el dolor emocional con el dolor físico.
La principal estrategia es el reconocimiento temprano y la modificación de los factores de riesgo.
Covid-19. Tras la pandemia
Se ha observado un incremento considerable de las conductas autolesivas durante la pandemia.
La imposición de medidas de distanciamiento social para tratar de contenerla ha supuesto una situación compleja y estresante sin precedentes para los adolescentes.
Los expertos estiman que las conductas autolesivas en España han aumentado en la última década.
El boom ha sido después de la pandemia, que es cuando nos hemos encontrado una avalancha en las urgencias de los hospitales y ahora nos está desbordando.
La mayoría de los adolescentes nos cuentan que se autolesionan para calmar un dolor emocional (segregan dopaminas, catecolaminas y endorfinas que les permiten apaciguar esa rabia o soledad).
No obstante, remarca que hay una confusión entre la autolesión y la idea de suicidio. Una conducta suicida tiene más que ver con una desesperanza, con una sensación de que no hay salida. Es cierto que se pueden dar ambas conductas en un mismo chico o chica, pero cuando hablamos de comportamientos suicidas hay otros protocolos.
Los expertos hablan de la presencia de cuatro factores de riesgo que pueden derivar en ese tipo de conductas: biológicos, estilos de crianza, traumas y estrés.
Hay chicos y chicas que tienen mayor predisposición temperamental a la impulsividad, que está relacionada con la conducta autolesiva.
Los estilos de crianza inseguros (por exceso o defecto de sobreprotección) también logran que no haya una regulación adecuada de las emociones. Son niños con baja autoestima, que confían poco en sí mismos.
Los traumas tempranos, que hacen que esa crianza no sea segura y que haya momentos de desorganización emocional. El trauma temprano creará un niño vulnerable y, más tarde, un adulto incapaz de hacer frente a las adversidades.
El estrés en la adolescencia, ya que es una etapa de la vida en la que se está pasando del núcleo familiar al núcleo social y, si no se maneja bien, puede ser un posible desencadenante de estos factores de vulnerabilidad. Si se deja sin tratar, pueden causar una salud física y mental deficiente.
La importancia de la familia y el apego seguro
Este tipo de vínculo que forma el niño con las personas que le cuidan (la madre, el padre, las cuidadoras…) y que definirá los vínculos emocionales que tendrá el niño, no solo con las personas que le rodean y con el mundo sino también consigo mismo, proporciona un espacio seguro donde el niño o la niña aprende a gestionar sus emociones y a expresar su sufrimiento de forma saludable.
Cuando un adolescente se autolesiona, la familia no debe verse como única responsable del sufrimiento de su hijo o hija, sino como un apoyo indispensable para que este pueda verbalizar su dolor, identificar lo que le ocurre y encontrar alternativas que no impliquen dañar su cuerpo.
Las conductas autolesivas se dan en todos los tipos de familia.
Prevención y detección temprana
La prevención se basa en reconocer las situaciones de riesgo para proporcionar estrategias de afrontamiento y fomentar relaciones con el entorno de confianza.
Los institutos y el sistema de atención primaria son clave en la prevención y detección temprana de estas conductas autolesivas. La vigilancia y prevención de incidentes es una labor que deben realizar estos centros educativos.
Es importante contar con el respaldo de los servicios sociales y sanitarios, especialmente en el primer nivel asistencial, donde los pediatras deben ser capaces de identificar señales tempranas.
El papel de las redes sociales
El impacto de las redes sociales en los adolescentes es uno de los mayores retos que vivimos actualmente, ya que son “una ventana al mundo” en la que pueden encontrar cualquier tipo de contenido, incluso vídeos que explican cómo autolesionarse y esconder las posibles heridas.
En Instagram y TikTok, las plataformas más utilizadas por los adolescentes hoy en día, podemos encontrar miles de videos y fotografías de autolesiones, lo que puede llegar a incitar a estos jóvenes a realizar este tipo de conductas.
En los adolescentes, las redes sociales, están cambiando la manera de comprender las relaciones y la manera de comunicarse, existiendo una diferencia entre los usuarios de internet y las nuevas generaciones que han aprendido a sociabilizar en este medio. Encontramos en estos últimos una facilidad para hacer nuevas amistades. sin embargo, son relaciones más cómodas, inmediatas, superficiales y por tanto frágiles e inestables, dando a lugar a jóvenes interconectados pero aislados.
¡Se sale adelante!
Los adolescentes que se autolesionan a menudo se sienten juzgados e incomprendidos. La mayoría ha tenido varias recaídas, han tocado fondo, pedido ayuda y comenzado a adquirir herramientas para afrontar su dolor mental a través de la terapia.
¿Cómo se superan estas conductas?
Pidiendo ayuda de manera temprana y apoyándose mucho en la familia, que puede acompañar y escuchar.
Una autolesión puede ser una crisis, pero también una oportunidad de cambio, especialmente en la adolescencia, cuando la capacidad de transformación dentro del entorno familiar, social y educativo es enorme.